Por: Equipo Auditool
En el mundo de la auditoría y la gestión de riesgos, medir es sinónimo de entender. Sin embargo, no todo lo que se mide aporta valor, y no todo lo valioso se mide. En este contexto surge una vieja batalla corporativa: ¿deberíamos enfocarnos más en los KPIs (Key Performance Indicators) o en los KRIs (Key Risk Indicators)?
Ambos conceptos son esenciales, pero suelen confundirse o utilizarse de manera aislada. Este artículo propone una reflexión práctica para que los auditores desarrollen una visión más integral sobre cómo estas métricas pueden complementarse para fortalecer la gestión y anticipar riesgos.
1. Dos caras de una misma moneda
Los KPIs reflejan qué tan bien una organización logra sus objetivos de desempeño: ventas, rentabilidad, eficiencia, satisfacción del cliente, entre otros. Son los indicadores que miran el resultado.
En cambio, los KRIs miden qué tan expuesta está la organización a eventos que podrían impedir alcanzar esos resultados. Representan el riesgo que acecha a los KPIs.
| Tipo de indicador | Pregunta clave | Enfoque | Ejemplo |
|---|---|---|---|
| KPI | ¿Qué tan bien lo estamos haciendo? | Desempeño | % de cumplimiento del plan de ventas |
| KRI | ¿Qué podría impedir que lo logremos? | Riesgo | % de clientes con morosidad > 60 días |
👉 Los KPIs miran hacia los logros; los KRIs miran hacia las alertas. Ambos son indispensables para una gestión equilibrada.
2. El riesgo de medir solo el éxito
Un error común en muchas organizaciones es enfocarse exclusivamente en KPIs “verdes”, que muestran resultados positivos, sin atender los riesgos que pueden deteriorarlos.
Ejemplo clásico:
Una empresa presume un KPI de crecimiento de ventas del 20%, pero no observa un KRI que indica que el 40% de las ventas provienen de clientes con alto riesgo de crédito.
👉 El auditor debe tener la capacidad de leer detrás del KPI, preguntándose:
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¿Qué riesgos podrían revertir este resultado?
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¿Qué controles están protegiendo este desempeño?
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¿El logro actual es sostenible o está construyéndose sobre riesgo acumulado?
Esta reflexión es clave para evitar decisiones triunfalistas que ocultan vulnerabilidades.
3. El poder de la complementariedad
Los KPIs y KRIs no compiten, se complementan. Un sistema de gestión eficaz los integra dentro de un mismo tablero de control, donde cada KPI tiene asociado uno o varios KRIs que lo equilibran.
Por ejemplo:
| Objetivo Estratégico | KPI Asociado | KRI Asociado |
|---|---|---|
| Incrementar la cartera de clientes | % de nuevos clientes | % de clientes no evaluados crediticiamente |
| Mejorar rentabilidad operativa | Margen bruto | Índice de rotación de personal clave |
| Garantizar continuidad del negocio | % de disponibilidad de sistemas | Número de incidentes críticos de TI |
👉 Esta relación cruzada ayuda a los auditores a evaluar si la organización mide el éxito y el riesgo en proporciones adecuadas, y si las decisiones gerenciales consideran ambos enfoques.
4. De la medición a la inteligencia
Medir no basta. El valor surge cuando los datos se convierten en inteligencia para la toma de decisiones.
Los auditores y gestores de riesgos deben preguntarse:
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¿Nuestros indicadores anticipan problemas o solo los registran después de ocurridos?
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¿Se están estableciendo umbrales de alerta para KRIs (por ejemplo, “semáforos” de riesgo)?
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¿Se analizan correlaciones entre KPIs y KRIs para identificar patrones críticos?
Un auditor moderno no se limita a revisar cifras; interpreta tendencias, detecta señales débiles y revela riesgos latentes antes de que se conviertan en crisis.
5. El nuevo rol del auditor: del cumplimiento a la prevención
En la era del dato y la incertidumbre, el auditor debe convertirse en curador de información significativa. Su papel no es llenar reportes, sino ayudar a la organización a medir lo que realmente importa.
Esto implica:
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Integrar KPIs y KRIs en las auditorías de desempeño.
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Promover tableros de control integrados con indicadores de riesgo y resultado.
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Evaluar si los KRIs están alineados con el apetito y tolerancia al riesgo definidos por la alta dirección.
👉 Cuando el auditor adopta esta mirada dual, deja de ser un mero verificador para transformarse en un asesor estratégico que anticipa vulnerabilidades y protege el valor.
Conclusión
La verdadera batalla no es entre KPIs vs. KRIs, sino entre lo superficial y lo significativo.
Una organización madura no se conforma con medir lo que sale bien: busca entender qué podría salir mal y cómo evitarlo.
Para los auditores, el reto está en desarrollar habilidades de análisis comparativo y pensamiento crítico, que les permitan conectar desempeño con riesgo, resultado con causa, éxito con sostenibilidad.
Porque, al final, medir lo correcto es la forma más inteligente de proteger el valor.