Por: Equipo Auditool

La auditoría es una profesión que descansa sobre pilares como la independencia, la objetividad y la credibilidad. Sin embargo, la manera en que un auditor ejerce su rol también depende en gran medida de su capacidad para relacionarse con las personas, comunicarse de forma efectiva y mantener una etiqueta profesional impecable. En un entorno donde se auditan procesos sensibles, interactuando con alta gerencia, mandos medios y personal operativo, la cortesía se convierte en una herramienta estratégica: abre puertas, genera confianza y fortalece la percepción de imparcialidad.

En este artículo exploraremos ocho reglas de cortesía esenciales para los auditores, ilustradas con ejemplos prácticos en escenarios reales. El propósito es invitar a los auditores en formación y a los profesionales experimentados a reflexionar sobre cómo la cortesía y el profesionalismo contribuyen al éxito de la auditoría, sin comprometer los principios fundamentales de la profesión.


Desarrollo

1. Puntualidad como signo de respeto

La puntualidad es una forma de mostrar consideración hacia el tiempo de los demás. Un auditor puntual transmite organización, disciplina y respeto.

Ejemplo práctico:
En una reunión de apertura con la alta gerencia, llegar a tiempo permite iniciar la conversación sin interrupciones y proyectar profesionalismo. Un auditor que llega tarde, en cambio, puede generar la percepción de desinterés o falta de compromiso.


2. Escucha activa y comunicación empática

Escuchar no es solo oír; es comprender y validar la perspectiva de la otra persona. La escucha activa, acompañada de lenguaje corporal abierto, permite que los entrevistados se sientan valorados.

Ejemplo práctico:
Durante una entrevista con un empleado operativo, un auditor interrumpe constantemente para corregir respuestas. Esto genera incomodidad. En contraste, al practicar escucha activa —asintiendo, tomando notas y agradeciendo las respuestas— el auditor fomenta un clima de confianza que facilita obtener información más precisa y relevante.


3. Lenguaje positivo y profesional

El uso de un lenguaje constructivo y respetuoso es clave, incluso al comunicar hallazgos que pueden ser sensibles. El objetivo es mantener la credibilidad del auditor sin deteriorar la relación con la organización.

Ejemplo práctico:
En la presentación de hallazgos a un comité de auditoría, en lugar de decir: “El área de Compras ha fallado gravemente en su gestión de contratos”, el auditor puede expresar: “Identificamos oportunidades de mejora en la gestión de contratos que, de ser atendidas, fortalecerán el control interno y reducirán riesgos significativos”. El mensaje es claro, pero proyecta un tono respetuoso y colaborativo.


4. Neutralidad ante opiniones o conflictos

La cortesía profesional implica evitar emitir juicios personales. El auditor debe mantener neutralidad y objetividad, incluso en contextos donde se evidencian tensiones o conflictos internos.

Ejemplo práctico:
Si durante el trabajo de campo dos gerentes discuten sobre la propiedad de un proceso, el auditor no debe tomar partido ni mostrar inclinaciones. En lugar de ello, debe mantener una postura imparcial, escuchar ambas perspectivas y enfocar la conversación hacia la evidencia documental y los criterios normativos.


5. Reconocimiento y gratitud hacia los auditados

Mostrar gratitud es un gesto simple pero poderoso. Reconocer el esfuerzo de los colaboradores que facilitan información genera una relación más colaborativa.

Ejemplo práctico:
Un auditor que finaliza una entrevista con un analista de TI diciendo: “Gracias por su tiempo y por la claridad de sus respuestas; esto nos ayudará a comprender mejor el proceso” siembra un clima de respeto. Este reconocimiento contribuye a que el entrevistado esté más dispuesto a colaborar en futuras interacciones.


6. Presentación personal y etiqueta profesional

La primera impresión cuenta. La vestimenta, el lenguaje corporal y el tono de voz son extensiones de la cortesía. Un auditor debe proyectar confianza y seriedad, adaptando su estilo a la cultura organizacional sin perder formalidad.

Ejemplo práctico:
En una empresa tecnológica con un ambiente relajado, el auditor puede optar por vestimenta business casual que combine profesionalismo con cercanía. En cambio, en una institución financiera, mantener el estándar formal refuerza la seriedad del trabajo. En ambos casos, la cortesía reside en mostrar respeto por la cultura del cliente.


7. Claridad y diplomacia al dar retroalimentación

Los auditores deben presentar hallazgos de manera objetiva, clara y diplomática. La cortesía consiste en señalar deficiencias sin humillar o generar fricciones innecesarias.

Ejemplo práctico:
En una reunión de cierre, el auditor evita frases como: “El área no cumplió con las normas y fue negligente”. En su lugar, puede decir: “Identificamos un incumplimiento con la política X. Recomendamos fortalecer los procedimientos de revisión para asegurar la conformidad futura”. Así, la recomendación se percibe como una oportunidad de mejora y no como una crítica personal.


8. Discreción y confidencialidad en todo momento

La cortesía también implica guardar confidencialidad. Divulgar información sensible o hacer comentarios informales sobre hallazgos es una falta grave de etiqueta profesional.

Ejemplo práctico:
Un auditor comenta durante un almuerzo informal que descubrió irregularidades en la nómina. Este tipo de indiscreción no solo es poco cortés, sino que compromete la credibilidad y puede violar principios de confidencialidad. La conducta correcta es reservar cualquier hallazgo para los canales formales y autorizados.


Ejemplos integrados en escenarios

  1. Reuniones con alta gerencia: La cortesía se refleja en la puntualidad, la preparación del auditor y un lenguaje positivo al presentar hallazgos.

  2. Entrevistas con empleados de distintos niveles: Escucha activa, gratitud y neutralidad son fundamentales para obtener información fidedigna.

  3. Presentación de hallazgos: Diplomacia, claridad y uso de lenguaje positivo evitan confrontaciones y refuerzan la credibilidad.

  4. Trabajo de campo: Mantener respeto por la cultura organizacional, discreción y un trato igualitario a todos los colaboradores son pilares de la cortesía profesional.


Conclusiones y buenas prácticas

La cortesía en auditoría no es un simple adorno de etiqueta: es un factor estratégico que influye directamente en la calidad de la información recibida, en la percepción de independencia del auditor y en la credibilidad de los resultados.

Un auditor que combina independencia técnica con habilidades interpersonales transmite confianza y profesionalismo. La cortesía, lejos de comprometer la objetividad, refuerza la aceptación de los hallazgos y facilita la implementación de recomendaciones.

Buenas prácticas finales:

  • Cultivar una marca personal basada en respeto y credibilidad.

  • Mantener un equilibrio entre firmeza técnica y diplomacia comunicacional.

  • Practicar la gratitud como herramienta para construir relaciones de confianza.

  • Recordar que cada interacción es una oportunidad para reforzar la reputación profesional del auditor.

En definitiva, la cortesía es parte del ADN del auditor exitoso. Adoptar estas reglas no solo mejora la efectividad del trabajo, sino que también consolida al auditor como un aliado confiable y respetado dentro de cualquier organización.

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