En muchas organizaciones aún persiste la idea de que el control interno es un mecanismo represivo, asociado a la vigilancia constante, la sanción y la desconfianza. Esta visión, conocida como el “control policivo”, genera un ambiente de tensión que limita la colaboración, fomenta el ocultamiento de errores y dificulta la mejora continua.

Superar este enfoque es una tarea urgente para los profesionales de auditoría interna y control interno. El control debe evolucionar hacia una cultura organizacional basada en prevención, confianza, ética y responsabilidad compartida. Solo así puede convertirse en una herramienta estratégica para la sostenibilidad institucional.


¿Qué es el “control policivo” y por qué es un riesgo cultural?

Se habla de control policivo cuando el sistema de control interno se percibe únicamente como un aparato de vigilancia, castigo y fiscalización:

  • Se instala un ambiente de temor en lugar de confianza.

  • Se distorsiona la función del auditor o del oficial de control, viéndolo como un “cazador de errores”.

  • Se generan resistencias a los procesos de auditoría, incluso desde la alta dirección.

  • Se limita la transparencia, ya que los errores tienden a ocultarse por miedo, en lugar de asumirse para ser corregidos.

Este modelo de control no solo es ineficaz, sino contraproducente: erosiona la cultura organizacional y debilita la verdadera capacidad de respuesta ante los riesgos.


El enfoque maduro: control como cultura organizacional

Los profesionales de auditoría interna y control deben promover un cambio de visión, en el que el control sea percibido como una herramienta de gestión y mejora, no de fiscalización. Para lograrlo, es necesario construir un enfoque basado en:

1. Ética, valores y compromiso

El control interno debe sustentarse en una cultura ética que promueva la transparencia, la rendición de cuentas y el cumplimiento como valores institucionales, no como imposiciones externas.

2. Procesos bien definidos y confiables

El control no se impone desde fuera, sino que se construye desde dentro: con roles claros, procedimientos documentados, tecnología confiable, mecanismos de monitoreo y trazabilidad.

3. Prevención antes que sanción

La eficacia del control radica en su capacidad para anticipar errores y debilidades, no solo en su habilidad para sancionarlos. Prevenir es más valioso que detectar tarde.

4. Comunicación clara y empática

Una auditoría o revisión bien comunicada es mejor comprendida y aceptada. El profesional de control debe explicar, contextualizar y fundamentar sus hallazgos sin tono acusador ni lenguaje técnico inaccesible.

5. Confianza y participación

Cuando los colaboradores entienden que el control los protege, que no es enemigo sino aliado, se convierten en parte activa del sistema. La confianza se cultiva con cercanía, apertura y coherencia.


Aplicación práctica para auditoría interna y control interno

Para quienes trabajan en estas áreas, es indispensable aplicar el enfoque anterior de forma concreta. Algunas acciones clave son:

  • Revisar periódicamente la percepción del control interno: Preguntarse y preguntar: ¿Se ve como apoyo o como vigilancia? ¿Es comprendido por los colaboradores?

  • Diseñar indicadores que vayan más allá de hallazgos: Incorporar métricas de eficiencia, efectividad, acciones de mejora generadas y nivel de aceptación organizacional.

  • Aprovechar tecnologías de automatización y monitoreo inteligente: Utilizar herramientas que ayuden a supervisar sin invadir, a detectar anomalías sin necesidad de sobrecontrol, y que favorezcan la trazabilidad.

  • Convertir a la auditoría en catalizador cultural: El auditor no solo detecta desviaciones, también inspira confianza, impulsa mejores prácticas y contribuye a una cultura de integridad.

  • Construir relaciones basadas en respeto y colaboración: Fomentar un ambiente en que los procesos de control y auditoría sean vistos como oportunidades de aprendizaje, no como mecanismos punitivos.


Conclusión

El control interno, cuando se entiende y se gestiona adecuadamente, es una herramienta poderosa que permite a las organizaciones alcanzar sus objetivos con integridad, eficiencia y transparencia. Pero cuando se mantiene bajo la sombra del “control policivo”, deja de ser útil y comienza a ser temido.

Superar este fantasma requiere voluntad, liderazgo y enfoque estratégico por parte de quienes ejercen auditoría interna y control. No basta con aplicar controles: hay que construir cultura. Porque solo cuando el control se vive como un principio compartido, deja de ser una imposición y se convierte en una ventaja competitiva.

Fuente: LIBRO FORMACIÓN DE LÍDERES EN AUDITORIA Y CONTROL INTERNO. Buenas prácticas. Edición Kindle


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Hasta Pronto,

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