Por: Equipo Auditool

Hay un momento que pone a temblar incluso al auditor más experimentado.

No es cuando el hallazgo es polémico.
No es cuando la gerencia presiona para suavizar el informe.
Es cuando llega el correo —o peor, la visita— del regulador y dice:

“Por favor, facilítenos los papeles de trabajo que sustentan sus conclusiones”.

Y ahí es donde muchos descubren una verdad incómoda:

No documentaron para ser auditados. Documentaron para salir del paso.


El autoengaño de “lo tengo en la cabeza”

Es increíble la cantidad de auditores que confían en su memoria o en conversaciones informales como respaldo de evidencia. Frases típicas como:

  • “Eso me lo confirmó el responsable en reunión, pero no lo anoté.”

  • “El control funciona, yo lo vi.”

  • “Ese documento existía, pero el área no lo ha enviado aún.”

Todo eso puede parecer válido en el día a día, pero ante un regulador, comité o revisor independiente…
si no está documentado, no existe.


El verdadero riesgo no es el hallazgo, sino no poder demostrarlo

Muchos auditores creen que el peligro está en equivocarse en una conclusión.
Error.

El mayor riesgo está en tener la razón pero no poder probarla.

Un hallazgo discutible se puede debatir.
Un juicio profesional argumentado se puede defender.
Pero un papel de trabajo deficiente no se puede justificar.

Cuando la documentación es débil:

SituaciónPercepción del regulador
Evidencia incompleta “El auditor no hizo el trabajo necesario”
Conclusión sin respaldo “El auditor emitió un juicio sin sustento”
Formatos llenados por llenar “Esto parece copy-paste del año anterior”
Falta de trazabilidad “No se entiende cómo llegó a esta conclusión”

Y lo peor: aunque hayas hecho un excelente trabajo real, la percepción te condena.


¿Cómo evitar convertirse en el auditor que “no se puede defender”?

Aquí algunas reglas simples que todo auditor debería tatuarse en la mente (o pegar en su escritorio):

Documenta pensando en que otro auditor —o el regulador— lo leerá sin conocerte y debe entender todo.
Cada conclusión debe tener una evidencia clara que la respalde.
Evita frases como “evidencia obtenida” sin adjuntar la evidencia real.
No confíes en que “mañana lo completo”. Ese mañana nunca llega.
Si tu evidencia no resistiría un litigio, no es evidencia.


Conclusión: documenta como si mañana alguien viniera a pedirte cuentas (porque podría pasar)

Un auditor puede sobrevivir a un hallazgo erróneo.
Puede corregir un juicio.
Puede rehacer un trabajo.

Pero lo que difícilmente se repara es la reputación de ser un auditor que no puede demostrar lo que hizo.

Así que, la próxima vez que cierres una revisión y pienses “con esto basta”, hazte una sola pregunta:

¿Estaría tranquilo si me pidieran mis papeles de trabajo mañana?

Si la respuesta no es un sí absoluto, todavía hay trabajo por hacer.

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