Por: Equipo Auditool
Cuando corregir se convierte en un arte de liderazgo
Todo supervisor de auditoría conoce la situación: recibes los papeles de trabajo de tu equipo junior y, al revisarlos, encuentras errores, vacíos de análisis o una documentación que deja mucho que desear. Tu primera reacción puede ser la frustración: “Esto lo tendría que haber explicado mejor… otra vez toca corregirlo todo”.
El problema no es corregir. El verdadero reto es cómo dar retroalimentación sin apagar la motivación de quienes apenas están construyendo su confianza profesional. Supervisar no es solo revisar errores: es enseñar, guiar y acompañar.
🎯 El dilema del supervisor: corregir o desmoralizar
Muchos juniors reciben las observaciones de su supervisor como un juicio personal, no como una oportunidad de mejora. Y aquí está la trampa:
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Una corrección mal comunicada puede generar miedo y bloqueo.
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Una corrección bien dada puede convertirse en un acelerador de aprendizaje.
El supervisor está en la delgada línea entre formar profesionales seguros o crear auditores que temen entregar trabajo por miedo a ser “destrozados” en la revisión.
🔑 5 Claves prácticas para corregir sin destruir la moral
1. Corrige el trabajo, no a la persona
Frases como “esto está mal hecho” se perciben como un ataque. En cambio:
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❌ “No sabes documentar pruebas de detalle.”
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✅ “En esta prueba faltó vincular la evidencia al objetivo de auditoría. Veamos cómo hacerlo para que quede más claro.”
El enfoque cambia del juicio a la mejora.
2. Balancea lo positivo con lo que falta mejorar
Si solo señalas errores, el mensaje es: “Todo lo que haces está mal”. Una regla práctica:
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Reconoce primero lo que se hizo bien (estructura, claridad, esfuerzo).
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Luego plantea mejoras concretas.
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Cierra reafirmando la confianza: “Sé que puedes hacerlo mejor y por eso te lo estoy señalando”.
3. Sé específico, no genérico
El feedback genérico confunde y frustra. Ejemplo:
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❌ “Tienes que mejorar tu redacción.”
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✅ “En la conclusión falta explicar por qué la prueba respalda la afirmación del cliente. Añade 2-3 líneas que conecten evidencia y conclusión.”
Cuanto más claro y accionable, más útil.
4. Explica el “por qué” detrás de la corrección
El junior no siempre entiende el impacto de un error. Decir:
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“Si no documentamos la relación entre muestra y población, el revisor externo puede rechazar la prueba.”
Transforma una observación técnica en una lección sobre consecuencias profesionales.
5. Convierte la corrección en coaching
No basta con señalar el error: ofrece una mini-guía de cómo hacerlo mejor la próxima vez.
Ejemplo: en lugar de marcar con rojo, puedes mostrar un modelo de cómo se documenta un procedimiento similar.
Esto cambia la relación: ya no eres un juez, eres un mentor.
⚡ Bonus: El poder del tono y el momento
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Nunca corrijas en público lo que puedes corregir en privado. La vergüenza pública mata la moral.
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Elige el momento correcto. Dar feedback cuando alguien está agotado o contra reloj es receta para el desastre.
💬 El debate que abre este tema
Cada supervisor tiene su estilo: unos son más directos, otros más diplomáticos. Lo que está claro es que el impacto emocional de la retroalimentación puede marcar la carrera de un junior.
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¿Recuerdas al jefe que te motivó a crecer con sus correcciones?
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¿O al que te hizo sentir que nunca serías lo suficientemente bueno?
Ese recuerdo guía, consciente o inconscientemente, tu forma de supervisar hoy.
📌 Conclusión
Corregir es inevitable en la auditoría. Lo que sí está en tus manos es cómo transformar cada corrección en una experiencia de aprendizaje que fortalezca, no que destruya.
La próxima vez que revises un papel de trabajo, pregúntate:
👉 ¿Estoy señalando un error… o estoy formando a un auditor más fuerte para el futuro?