
El plan de mejoramiento es una herramienta estratégica para corregir deficiencias, prevenir recurrencias y fortalecer los procesos organizacionales. Su formulación no puede verse como una respuesta mecánica a hallazgos de auditoría, sino como un proceso reflexivo, técnico y orientado a resultados.
En la actualidad, donde las organizaciones enfrentan mayores exigencias de transparencia, riesgos complejos y presión por el cumplimiento, contar con planes de mejoramiento bien estructurados es fundamental para la eficacia del sistema de control interno.
A continuación, se presentan los principales elementos que deben ser considerados al momento de estructurar un plan de mejoramiento institucional, ya sea derivado de auditorías internas, externas, revisiones regulatorias o procesos de autoevaluación:
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Relevancia del hallazgo identificado
El plan debe responder a situaciones que realmente afecten los objetivos del proceso, la gestión del riesgo o el cumplimiento normativo. No todos los errores justifican acciones correctivas formales. -
Causalidad clara
No basta con describir la situación encontrada. Se debe identificar la causa raíz: ¿falló un control?, ¿hubo omisión de procedimiento?, ¿deficiencia en el diseño? Esto guía soluciones reales, no solo reacciones superficiales. -
Acciones concretas, específicas y viables
Cada acción de mejora debe describirse con claridad, sin ambigüedades. Es preferible una acción puntual, bien definida, que muchas promesas vagas. -
Responsables asignados por nombre o cargo
Se debe designar un responsable directo para cada acción. Esto permite seguimiento, trazabilidad y evita dilución de responsabilidades. -
Recursos necesarios identificados
Determinar si la acción requiere recursos financieros, tecnológicos o humanos adicionales, y si están disponibles o gestionables. -
Cronograma realista y fases de avance
Establecer fechas límite alcanzables, evitar sobrecargas y planificar en etapas si es necesario. El tiempo debe ser proporcional al impacto del riesgo. -
Indicadores de cumplimiento y efectividad
No basta con verificar si se hizo la acción: se debe evaluar si funcionó. Se recomienda definir KPIs o métricas de control para validar impacto. -
Riesgos asociados a la implementación
Incluso los planes de mejora pueden generar nuevos riesgos: resistencia al cambio, afectación de procesos, dependencia de terceros. Deben anticiparse. -
Seguimiento periódico y formal
El plan debe ser monitoreado en reuniones, informes de avance o comités. El seguimiento permite corregir desviaciones en tiempo real. -
Evidencia documental de cumplimiento
Toda acción debe generar evidencia verificable: actas, informes, registros, sistemas actualizados. Esto da soporte ante auditorías posteriores. -
Coordinación interáreas cuando aplique
Muchos hallazgos afectan procesos transversales. Se requiere articular responsabilidades entre áreas para evitar soluciones parciales. -
Alineación con políticas y normativas internas
El plan no debe contradecir directrices existentes. Debe ajustarse a procedimientos, manuales, códigos y planes institucionales vigentes. -
Compatibilidad con sistemas de gestión y mejora continua
Si la entidad aplica modelos como ISO, COSO o GRC, los planes deben integrarse en esos marcos para mantener coherencia institucional. -
Capacidad de aprendizaje organizacional
Un buen plan de mejoramiento no solo corrige, sino que enseña. Las causas comunes deben compartirse para prevenir en otras áreas o procesos similares. -
Compromiso visible de la alta dirección
La mejora no debe ser solo un ejercicio técnico. Requiere respaldo explícito de líderes para que se ejecute con prioridad y no se diluya con el tiempo.
Conclusión
Los planes de mejoramiento son una pieza crítica del sistema de control interno. Bien formulados, representan una oportunidad de aprendizaje, prevención y fortalecimiento institucional. Pero si se hacen de manera superficial, apresurada o sin compromiso real, pierden su sentido y credibilidad.
Quienes ejercen auditoría interna o lideran funciones de control deben asumir un rol activo en promover planes realistas, sostenibles y bien gestionados, que no solo respondan a hallazgos pasados, sino que anticipen errores futuros y construyan una organización más confiable y eficiente.
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