
Peter Drucker, considerado el padre del management moderno, propuso una serie de preguntas clave para el liderazgo y la gestión organizacional. Una de ellas —“¿Cuál es nuestro plan?”— cobra especial relevancia para funciones estratégicas como la auditoría interna y el control interno.
En un entorno donde los riesgos son más dinámicos, los modelos de negocio más complejos y las expectativas de los stakeholders más exigentes, esta pregunta se convierte en una herramienta de reflexión crítica. ¿Tiene sentido lo que hacemos? ¿Está alineado nuestro trabajo con los objetivos institucionales? ¿Aportamos verdadero valor a la toma de decisiones?
¿Por qué esta pregunta es clave en auditoría y control interno?
Muchas funciones de auditoría y control se limitan a ejecutar actividades rutinarias, revisiones reactivas o aplicar planes heredados. Esto puede reducir su impacto real y desconectarlas de la estrategia organizacional.
Replantear la pregunta “¿cuál es nuestro plan?” permite:
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Redefinir la propuesta de valor de la auditoría.
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Conectar la planificación con los riesgos clave y los objetivos estratégicos.
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Superar la inercia de planes operativos repetitivos.
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Asegurar que la función evolucione con el entorno organizacional y tecnológico.
Aspectos que auditores y profesionales de control deben considerar al plantear su plan
A continuación, se presentan elementos esenciales —tradicionales y emergentes— que deben ser tenidos en cuenta en la planificación efectiva:
🔹 1. Comprensión profunda del entorno de negocio
El punto de partida debe ser conocer el modelo de negocio, las metas estratégicas, el entorno regulatorio, el sector industrial, la cultura y las presiones externas. Sin este contexto, el plan pierde sentido.
🔹 2. Evaluación del mapa de riesgos actual y emergente
La planificación debe partir de una evaluación actualizada de los riesgos más críticos: financieros, operativos, tecnológicos, reputacionales, de cumplimiento, sostenibilidad y continuidad operativa.
🔹 3. Inclusión de temas emergentes y estratégicos
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Gobernanza de la inteligencia artificial y tecnologías emergentes: Evaluar si la organización gestiona adecuadamente el uso de IA, automatización y algoritmos decisionales, asegurando transparencia, ética y supervisión.
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Sostenibilidad, ESG y cambio climático: Incluir auditorías que evalúen políticas ambientales, sociales y de gobernanza, reportes de sostenibilidad, riesgos climáticos y cumplimiento de compromisos no financieros.
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Ciberseguridad, privacidad y resiliencia digital: Asegurar que el plan aborde controles sobre integridad de la información, accesos, gestión de incidentes, continuidad de sistemas críticos y cumplimiento de normas de privacidad.
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Gestión de riesgos en terceros y cadena de suministro: Incorporar revisiones sobre proveedores clave, outsourcing tecnológico, subcontratistas, plataformas cloud y ecosistemas digitales.
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Resiliencia organizacional y continuidad del negocio: Verificar la preparación ante crisis, interrupciones operativas y recuperación frente a desastres.
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Capacidad del equipo auditor y desarrollo de talento: Asegurar que el equipo tenga habilidades digitales, pensamiento crítico, comunicación efectiva e inteligencia emocional, y que el plan contemple formación continua.
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Flexibilidad y agilidad del plan: No planificar solo de forma anual. Diseñar esquemas que se actualicen por eventos, indicadores o riesgos emergentes.
🔹 4. Articulación con planes y objetivos institucionales
El plan debe conectarse con otros instrumentos como el plan estratégico, el mapa de riesgos corporativo, los planes de continuidad y las políticas de sostenibilidad. La coherencia es clave para el impacto.
🔹 5. Enfoque en auditoría continua y uso de tecnología
Implementar herramientas de análisis de datos, automatización de pruebas, dashboards de monitoreo e inteligencia artificial aplicada al control. Esto permite mayor cobertura, eficiencia y detección temprana de riesgos.
🔹 6. Comunicación con stakeholders relevantes
Alinear expectativas con comité de auditoría, alta dirección y áreas críticas. Entender qué tipo de información necesitan para tomar decisiones oportunas fortalece la relevancia de la función.
Reflexión final
La pregunta “¿cuál es nuestro plan?” no debe responderse con una lista estática de auditorías. Debe abordarse como un ejercicio estratégico, dinámico y adaptativo. El plan de auditoría interna y control debe ser una herramienta viva, que contribuya a la sostenibilidad de la organización, anticipe riesgos relevantes y fortalezca la confianza institucional.
Cuando el plan está alineado con la estrategia, con los riesgos reales y con las capacidades del equipo, la auditoría interna se convierte en mucho más que una función de aseguramiento: se transforma en un verdadero socio estratégico para la organización.
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