Por: CP Iván Rodríguez. Colaborador de Auditool.
En este segundo artículo se continúa el recorrido histórico de la auditoría, que como se había mencionado anteriormente, más que un ejercicio académico, es una herramienta esencial para comprender su propósito, evolución y relevancia en el mundo actual. Se abordarán algunos aspectos de la historia de la auditoría, desde la Revolución Industrial a nuestros días. Conocer la historia contribuye a que los auditores modernos valoren la importancia de su trabajo más allá de las normativas actuales y fortalezcan su misión en beneficio de la sociedad.
La evolución de la auditoría desde la Edad Media hasta la Revolución Industrial ilustra su adaptación a las necesidades cambiantes de la sociedad. En la Edad Media y el Renacimiento, se enfocó en proteger los intereses de la nobleza, la Iglesia y los comerciantes, mientras que en la era industrial se convirtió en un instrumento crítico para los inversores y el mercado de capitales. La Revolución Industrial, que abarcó los siglos XVIII y XIX, transformó radicalmente la economía global y, con ella, la práctica de la auditoría. El crecimiento exponencial de las empresas, impulsado por avances tecnológicos como la máquina de vapor y la mecanización, dio lugar a organizaciones más grandes y complejas. Este periodo vio el nacimiento de las sociedades anónimas, donde los propietarios (accionistas) ya no gestionaban directamente las operaciones, tarea que fue delegada a gerentes profesionales. Esta separación entre propiedad y gestión creó una necesidad urgente de mecanismos de control financiero más rigurosos, ya que los propietarios e inversores requerían garantías de que sus recursos se estaban utilizando adecuadamente y que las ganancias reportadas eran reales.
Emerge entonces la auditoría externa como una solución clave para atender este desafío. Los accionistas e inversores, que a menudo no tenían acceso directo a los libros de las empresas, comenzaron a exigir revisiones independientes para evaluar la condición financiera de las compañías en las que invertían. Este cambio marcó un punto de inflexión en la historia de la auditoría, transformándola de un ejercicio interno o informal a una profesión estructurada y especializada. En el Reino Unido, epicentro de la Revolución Industrial, se fundaron las primeras firmas de auditoría, como Price Waterhouse (1849) y Deloitte (1845), que ofrecían servicios profesionales para verificar la exactitud de los estados financieros y detectar irregularidades.
De manera simultánea y con posterioridad, la complejidad de las operaciones empresariales y el aumento de fraudes financieros impulsaron el desarrollo de normas contables. En este contexto en que la auditoría moderna comenzó a tomar forma. En 1844, el Reino Unido promulgó la Joint Stock Companies Act, una ley que exigía a las empresas mantener registros contables y someterlos a revisión por parte de auditores independientes, lo cual fue uno de los primeros pasos hacia la institucionalización de la auditoría como práctica profesional. Los auditores de la época, a menudo contadores con experiencia, se enfocaban principalmente en detectar fraudes y errores en los libros contables, utilizando métodos manuales para revisar transacciones y balances. En el año 1881, se estableció el Institute of Chartered Accountants in England and Wales (ICAEW), que comenzó a estandarizar las prácticas de auditoría y contabilidad. Estas normas buscaban uniformidad en la preparación de informes financieros y proporcionaban un marco ético y técnico para los auditores, asegurando que su trabajo fuera consistente y confiable. En Estados Unidos, la creación de la American Institute of Certified Public Accountants (AICPA) en 1887 siguió un camino similar, consolidando a la auditoría como una disciplina profesional esencial en el mundo industrializado.
El siglo XX trajo consigo un crecimiento exponencial de la economía global, especialmente tras las dos guerras mundiales. Las empresas se volvieron más complejas, y los mercados de capitales, como la Bolsa de Nueva York, se consolidaron como motores de inversión. Este entorno demandó mayor transparencia y confianza en la información financiera, lo que impulsó la evolución de la auditoría. El colapso bursátil de 1929 y la subsiguiente Gran Depresión expusieron las debilidades de los sistemas contables y de auditoría de la época. Muchas empresas habían inflado sus estados financieros, y los auditores no siempre detectaron estas irregularidades. Como respuesta, en 1934, Estados Unidos promulgó la Securities Exchange Act, que creó la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) y exigió auditorías obligatorias para las empresas que cotizaban en bolsa. Este fue un momento clave, ya que la auditoría, más que ser una práctica voluntaria pasó a convertirse en un requisito legal en muchos países.
Durante este período, las firmas de auditoría comenzaron a crecer y a consolidarse. Empresas como Price Waterhouse (hoy parte de PwC) y Ernst & Ernst (precursora de EY) se expandieron internacionalmente, atendiendo a corporaciones multinacionales. La auditoría también empezó a evolucionar más allá de la simple verificación de registros: los auditores comenzaron a adoptar un enfoque basado en el muestreo estadístico, lo que les permitió revisar grandes volúmenes de datos de manera más eficiente.
A partir de la década de 1950, la introducción de tecnologías como los grandes computadores transformó la forma en que las empresas gestionaban sus operaciones y registros. Esto tuvo un impacto directo en la auditoría. Los auditores, además de revisar libros contables físicos, también debían evaluar los sistemas de información que generaban los datos financieros. Surgió así la auditoría de sistemas, que se enfocaba en verificar la integridad y seguridad de los procesos tecnológicos. En las décadas de 1970 y 1980, la auditoría también comenzó a incorporar un enfoque basado en riesgos. En lugar de revisar todas las transacciones, los auditores identificaban áreas de mayor riesgo y concentraban sus esfuerzos en ellas. Este cambio fue impulsado por el desarrollo de estándares internacionales, como los emitidos por el International Auditing and Assurance Standards Board (IAASB), que buscaban armonizar las prácticas de auditoría a nivel global.
A principios de los 2000, escándalos como el de Enron (2001) y WorldCom (2002) sacudieron la confianza en la auditoría. Enron, una gigante energética, colapsó tras revelarse que había manipulado sus estados financieros con la complicidad de su auditor, Arthur Andersen. Estos eventos llevaron a la promulgación de la Ley Sarbanes-Oxley (SOX) en 2002 en Estados Unidos, que impuso requisitos más estrictos para las auditorías, incluyendo la creación del Public Company Accounting Oversight Board (PCAOB) para supervisar a las firmas de auditoría. Estos escándalos también resaltaron la necesidad de independencia en la auditoría. Las firmas auditoras, que a menudo ofrecían servicios de consultoría a los mismos clientes que auditaban, enfrentaron críticas por conflictos de interés. Como resultado, se implementaron regulaciones más estrictas para separar las funciones de auditoría y consultoría. El siglo XXI ha sido testigo de una transformación radical en la auditoría, impulsada por la revolución digital, la globalización y los escándalos corporativos de alto perfil. La auditoría moderna además de ocuparse de los estados financieros también abarca áreas como la sostenibilidad, la ciberseguridad y la gobernanza corporativa.
Como se observa, la auditoría ha recorrido un largo camino. Desde ser una práctica rudimentaria para detectar fraudes, se ha convertido en una disciplina sofisticada que ha respondido a los desafíos de su tiempo, los desarrollos empresariales, las regulaciones hasta la adopción de tecnologías disruptivas en el siglo XXI, en beneficio de las organizaciones y de las personas.
CP Iván Rodríguez - CIE AF
Auditor y consultor, diplomado en Alta Gerencia de Seguros y Derecho de Seguros. Especialista en Dirección Financiera y Desarrollo Organizacional, diplomado en Gerencia de la Calidad. Contador público (CP) de la Pontificia Universidad Javeriana con 20 años de experiencia en diversas empresas. Tiene amplia experiencia en la elaboración y ejecución de auditorías y revisorías fiscales. Dirección y ejecución de asesorías, consultorías y capacitaciones. Colaborador de Auditool.
Bogotá DC, Colombia.