Todos hemos sido testigo de situaciones donde un colega “muy inteligente,” académicamente brillante, es promovido a un puesto directivo y su desempeño no cumple con las expectativas; en cambio otro, no tan extraordinariamente inteligente en un puesto similar, logra un papel sobresaliente.
De igual manera, podemos encontrar casos en que un ejecutivo en el proceso de selección fue excelente y en su trabajo en la empresa deja mucho que desear.
¿Por qué sucede esto?
¿Se habrán evaluado las competencias adecuadas?
Según investigaciones recientes, una de las causas más importantes es que no tomamos en cuenta otro tipo de competencias: las relacionadas con la Inteligencia Emocional, que son consideradas en un 80% factor de éxito en la vida personal y laboral.
Ser más inteligentes emocionalmente tendrá implicaciones en las diferentes áreas de la vida y en estos últimos años se ha llegado a un modelo de cómo lograr esto. Además, los expertos señalan que la Inteligencia Emocional puede incrementarse a través de toda la vida, sin límites de edad, lo que no sucede con el C.I. (coeficiente intelectual).
¿Qué es la inteligencia emocional?
Es un conjunto de competencias que determinan el comportamiento de un individuo, sus reacciones, sus actitudes, su estilo de afrontar la vida y de comunicarse.
Estamos hablando de una forma diferente de sabiduría que implica darnos cuenta de cómo actuamos, como nos perciben, como regulamos nuestro comportamiento para que actúe a nuestro favor, de que manera nos relacionamos, que tanto podemos trabajar en equipo y nuestra habilidad de ser líderes.
Significa ser firme pero asertivo, tomar decisiones difíciles pero con empatía, asumir una tarea y tener la automotivación para ser perseverante hasta obtener los resultados deseados, resolviendo cualquier contratiempo que surja en el proceso.
Cuando hablamos de emociones, ¿a qué nos referimos?
Las emociones generan sentimientos que surgen como reacción a un hecho externo o interno y sirven como mecanismo comunicativo afectando al pensamiento y a las acciones de la persona.
Entre las emociones más frecuentes en el trabajo, podemos encontrar: la satisfacción, el entusiasmo, la confianza, la alegría, el pesimismo, el enojo, la desesperación, el orgullo, el miedo, la decepción, la ansiedad, la preocupación, la frustración, la incertidumbre, la culpa, la tristeza y muchas otras.
Las emociones en sí, no son ni positivas ni negativas, depende del significado que se les adjudique. Los eventos tampoco tienen un significado emocional, es nuestra interpretación de ellos la que distorsiona frecuentemente la realidad. Manejar las emociones significa algo muy diferente a extinguirlas, implica entenderlas, regularlas y canalizarlas dirigiendo las situaciones a nuestro beneficio y el de la organización.
Es sumamente importante un manejo adecuado de las emociones ya que de lo contrario puede obstruirse la comunicación, se producen conflictos, se deterioran las relaciones interpersonales, lo que afecta al desempeño y baja el nivel de productividad en la organización.
El enojo, por ejemplo, en el contexto del trabajo es una experiencia que influye en la forma de pensar, de sentir y de actuar. Las investigaciones indican que los individuos que saben manejar el enojo en la empresa son mucho más exitosos que los que no saben hacerlo. Puede llegar a ser una emoción muy destructiva y crear el llamado “efecto enojo” que influye negativamente en el clima laboral.
El enojo afecta la memoria, la creatividad y la concentración se debilita, los pensamientos se transforman en acusatorios, exagerados, rígidos; se asume todo como un hecho, nos volvemos irracionales. Puede manifestarse con retrasos diarios, sabotear a un colega, convertirlo en rival y desechar ideas de compañeros de equipo.
Millones de personas experimentan los efectos dolorosos del enojo, a través de enfermedades cardiovasculares, depresión, baja autoestima, migraña, alcoholismo, adicciones a drogas, baja productividad laboral y estrés crónico.
¿Por qué desarrollar la Inteligencia Emocional en la empresa?
Es importante conscientizar a las empresas sobre el impacto favorable que podría tener desarrollar este tipo de inteligencia en su gente.
La forma de cómo los individuos se sienten tiene una influencia muy importante en su comportamiento laboral. Contrariamente a lo que se piensa, los sentimientos son un factor preponderante en el mundo del trabajo; todos tenemos sentimientos y es una necesidad relacionarse, especialmente cuando consideramos la cantidad de tiempo que invertimos en el medio laboral.
Cuando los sentimientos son ignorados o minimizados, es natural que nos invada la soledad, la frustración, la desesperación, nos sentimos desconectados, incomprendidos, enojados.
Las organizaciones son el lugar perfecto para promover el aprendizaje de las competencias de la Inteligencia Emocional. El trabajo cumple un rol central en la vida de las personas, por consiguiente nuestra identidad, autoestima y actitudes están afectadas por las experiencias laborales, ya sea positiva o negativamente.
¿Cuáles son los beneficios para la organización al incrementar la Inteligencia Emocional de su gente?
Los expertos coinciden hoy en día en que escalar posiciones rápidamente en la empresa depende más que nada de un alto grado de Inteligencia Emocional y quienes posean este “ingrediente” serán más exitosos, se sentirán más realizados y disfrutarán del respeto de sus directivos, compañeros y subalternos. Además estarán más satisfechos con su vida, su sistema inmunológico se fortalecerá y como consecuencia su estado de salud.
Incrementando el Capital Emocional de la organización, aumentaremos la energía personal, la motivación, la claridad de la misión, el compromiso con los objetivos de la empresa, lo que se traducirá en un incremento en la satisfacción personal y en la productividad.
A través de la Inteligencia Emocional podemos optimizar el desempeño personal, la comunicación y por consiguiente el clima laboral. La gente sentirá que es tomada en cuenta lo que podrá disminuir el ausentismo y la rotación.
Aumentará la autoestima de los individuos y sus actitudes tendrán una tendencia positiva. Habrá una mayor adaptabilidad a los procesos de cambio, porque se sabrá manejar el miedo y la incertidumbre. Con este modelo, podemos también facilitar procesos de cambio de cultura, sobre todo en fusiones de empresas de culturas diferentes.
Se podrá solucionar conflictos con mayor facilidad y hasta prevenirlos, así como también resolver problemas y como consiguiente se manejarán mejor las relaciones interpersonales, lo que permitirá una mejor integración de equipos de trabajo.
Este modelo resulta efectivo en el desarrollo del equipo de ventas de la organización, obteniendo como resultado una mayor satisfacción al cliente y una mejor actitud de servicio.
También, a través del desarrollo de la Inteligencia Emocional surgirán líderes internos y se optimizarán las habilidades de liderazgo en los puestos directivos.
La importancia del Capital Emocional en la organización es indiscutible y puede convertirse en una fuente de energía positiva o negativa; esto dependerá de la Inteligencia Emocional de la gente.
Autora: Dora Stelzer
- Estudios de Licenciatura en Psicología Industrial y Maestría en Terapia Familiar Sistémica (Universidad de Las Américas).
- Experiencia en Procesos de cambio personal y organizacional, Programas de carácter preventivo, Coaching, Intervenciones grupales e individuales por medio del modelo de “La Inteligencia Emocional” y el Enfoque Sistémico.
- Ponente en Congresos de Psicología, Capacitación, Terapia Familiar y Gerontología.- Ha trabajado con organizaciones del sector gubernamental, hotelero, automotriz, seguros, instituciones educativas y de salud.
- Actualmente Consultora, Expositora, Facilitadora en seminarios empresariales para el Desarrollo de la Inteligencia Emocional y otros.
Fuente: www.inteligencia-emocional.org