Por: CP Iván Rodríguez. Colaborador de Auditool.

Las personas y las organizaciones se ven abocadas a abordar situaciones en las que el riesgo está presente, ya sea en el ámbito laboral, en la salud, en la seguridad vial, entre otros escenarios. Por ello, es necesario que se fomente el desarrollo de habilidades y capacidades para la gestión del riesgo, como la toma de decisiones informadas, la planificación estratégica, la comunicación efectiva y el trabajo en equipo. Otro aspecto clave para cultivar la cultura del riesgo es promover la responsabilidad individual y colectiva en la gestión de los riesgos. Cada persona debe entender que tiene un papel importante que desempeñar en la identificación y gestión de los riesgos, y que es necesario trabajar en equipo para minimizar los efectos negativos de los mismos.

Fomentar la cultura del riesgo es un proceso continuo de concientización y educación que busca fomentar la comprensión y el manejo adecuado de los riesgos en diferentes ámbitos de la vida. Esto implica entender que los riesgos son inherentes a cualquier actividad humana, y que es necesario aprender a identificarlos, evaluarlos y tomar medidas para mitigarlos o manejarlos adecuadamente. También, implica educar y motivar a las personas a tomar decisiones informadas y valientes en situaciones con un cierto grado de incertidumbre y peligro. Esta cultura se enfoca en la prevención y en la preparación para los posibles riesgos a los que se pueda enfrentar una persona, una organización o una comunidad.

En una visión amplia para fomentar la cultura del riesgo es necesario:

  • Promover la educación y la capacitación: es fundamental que las personas sepan cómo identificar los riesgos y cómo actuar en caso de que se presenten situaciones de peligro. La educación y la capacitación deben ser accesibles y continuas, y deben abarcar temas como la prevención de accidentes, la gestión de emergencias, la seguridad en el trabajo, entre otros.
  • Fomentar la responsabilidad y la autonomía: las personas deben ser conscientes que son responsables de su propia seguridad y de la de los demás. Es importante que aprendan a tomar decisiones informadas y a actuar con autonomía ante situaciones de riesgo.
  • Desarrollar una mentalidad positiva hacia el riesgo: en lugar de evitar los riesgos, es necesario entender que estos forman parte de la vida y que pueden ser una oportunidad para aprender y crecer. Es importante que las personas aprendan a gestionar el miedo y a asumir los riesgos de manera consciente y responsable.
  • Fomentar la colaboración y el trabajo en equipo: la cultura del riesgo implica que las personas trabajen juntas para identificar los riesgos y para tomar medidas preventivas. Es importante que las organizaciones y las comunidades promuevan la colaboración y el trabajo en equipo para enfrentar situaciones de riesgo.
  • Reconocer y valorar las buenas prácticas: es fundamental reconocer y valorar aquellas personas y organizaciones que implementan buenas prácticas en la gestión de riesgos. Esto ayudará a motivar a otros a seguir su ejemplo y a mejorar en su gestión del riesgo.

Ahora bien, en el ámbito empresarial, el tema de riesgos ocupa un lugar de importancia en las agendas de la alta dirección. Los directivos de las áreas de riesgos manifiestan una particular preocupación por la cultura del riesgo, el apetito por el riesgo y, recientemente, el riesgo ESG y de sostenibilidad. Esto evidencia un cambio cultural significativo, en el que la importancia de los valores, creencias, comportamientos y actitudes compartidos dentro de una organización se ha convertido en un hilo conductor que une diferentes aspectos de los negocios.

Las organizaciones con una fuerte cultura de riesgo tienen una probabilidad significativamente menor de experimentar un evento de riesgo significativo que aquellas con una cultura de riesgo débil. Esto ocurre porque una cultura del riesgo robusta impacta positivamente la efectividad de las prácticas de gestión de riesgos de una organización y, en última instancia, su capacidad para lograr sus objetivos. Una sólida cultura de riesgos garantiza que la gestión de los mismos se integre en todos los niveles de una organización, desde el liderazgo superior hasta los empleados de primera línea, y que las prácticas de gestión de riesgos se apliquen de manera consistente en toda la organización. Cuando hay cultura de riesgos, gestionarlos se hace mediante la toma de decisiones informadas, se aprende de los errores e incidentes y se comprende qué límites hay dentro de una empresa. Una cultura abierta y transparente agrega una inmensa credibilidad, confianza y seguridad con los clientes, colegas y la comunidad.

Ahora bien, hay un desafío adicional al mantener una cultura de riesgo: su medición. Puede ser relativamente fácil en retrospectiva describir la cultura de riesgo de una empresa, o las debilidades en ella, pero su medición suele ser una combinación de varios aspectos, que a menudo se representan con indicadores clave. Algunos de los métodos empleados son encuestas con análisis cuantitativo y evaluaciones cualitativas independientes realizadas por un agente externo, que utiliza una metodología previamente acordada.

Las plataformas de gestión de riesgos también pueden ayudar, ya que permiten a los administradores de riesgos realizar un seguimiento de incidentes, problemas, controles y riesgos. Esto proporciona evidencia demostrable de si los riesgos se están gestionando de manera proactiva. Sin embargo, el mayor impacto en la cultura es lo que hace el equipo ejecutivo, no lo que dice. Por ejemplo, si en una capacitación los ejecutivos ignoran la evaluación de riesgos proporcionada junto con un caso de negocios, el personal sabrá que no es importante para ellos y, por lo tanto, no será importante para quienes les reportan.

Mejorar la cultura de riesgos dentro de una organización es un proceso continuo que requiere el compromiso de todos los niveles de la organización. Como ocurre con cualquier otro tema, una organización solo puede ver mejoras en su cultura de riesgo si sabe dónde está ahora y dónde quiere estar. Algunas medidas que pueden contribuir en este proceso son las siguientes[1]:

  • Establecer un tono claro desde arriba. Los líderes deben demostrar un fuerte compromiso con la gestión de riesgos y establecer el tono para una cultura que valore la gestión de riesgos. Esto puede incluir promover una comunicación abierta, enfatizar la importancia de la gestión de riesgos y liderar con el ejemplo.
  • Fomentar una cultura de aprendizaje. Las organizaciones deben fomentar una cultura de aprendizaje y mejora continua mediante la promoción de oportunidades de formación y desarrollo para los empleados en todos los niveles. Esto puede ayudar a desarrollar conocimientos y habilidades relacionadas con la gestión de riesgos y promover una cultura de comunicación abierta y colaboración.
  • Alinear los incentivos con la gestión de riesgos. Las organizaciones deben alinear los incentivos y recompensas con comportamientos que apoyen la gestión efectiva de riesgos. Esto incluye vincular las bonificaciones y otros incentivos a los objetivos y métricas de gestión de riesgos, y garantizar que las evaluaciones de desempeño reflejen las contribuciones de un individuo a la gestión de riesgos.
  • Fomentar la comunicación abierta. Las organizaciones deben fomentar la comunicación abierta y la colaboración entre los empleados en todos los niveles. Esto puede incluir promover una cultura de discusión de riesgos y alentar a los empleados a informar posibles problemas o inquietudes.
  • Monitorear y medir la cultura de riesgo. Una empresa debe monitorear y medir regularmente su cultura de riesgo para identificar áreas de fortaleza y debilidad. Esto puede incluir el uso de encuestas, grupos focales y otras herramientas para recopilar comentarios de los empleados y las partes interesadas.

Es importante que los auditores fomenten el fortalecimiento de una cultura de riesgos desde la óptica de su competencia, pues ello finalmente redundará en un fortalecimiento del sistema de control interno de las organizaciones y en el logro de sus objetivos.

 

[1] Basado en: https://www.strategic-risk-europe.com/home/cultivating-risk-culture/1444185.article


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CP Iván Rodríguez - CIE AF

Auditor y consultor, diplomado en Alta Gerencia de Seguros y Derecho de Seguros. Especialista en Dirección Financiera y Desarrollo Organizacional, diplomado en Gerencia de la Calidad. Contador público (CP) de la Pontificia Universidad Javeriana con 20 años de experiencia en diversas empresas. Tiene amplia experiencia en la elaboración y ejecución de auditorías y revisorías fiscales. Dirección y ejecución de asesorías, consultorías y capacitaciones. Colaborador de Auditool.

Bogotá D.C., Colombia.

 

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