Por: CP Iván Rodríguez. Colaborador de Auditool.
Desde hace algunos años, los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) han venido adquiriendo mayor importancia en la gestión empresarial, se han constituido en un referente ético para organizaciones de diferentes sectores a nivel global. Si bien su surgimiento no es tan reciente, pues desde la década de 1970 los movimientos ecológicos ya manifestaban sus preocupaciones en los temas sociales y laborales y el papel del gobierno corporativo como un aspecto crítico de los negocios. En 1971 surge un fondo de inversión con enfoque en responsabilidad social, el Pax World Fund, siendo uno de los primeros en evaluar a las empresas en relación con su impacto ambiental y social1. (también fue de los primeros en excluir a empresas involucradas en actividades discutibles tales como la producción de armas nucleares). Posteriormente, en la década de 1990 se fortalece el tema como una respuesta a la creciente preocupación por parte de los inversores del impacto de las empresas en la sociedad y el medio ambiente. En el año 1999 se presenta el primer índice mundial regido por criterios de sostenibilidad (Dow Jones Sustainability Index), lo que evidencia la importancia del tema y luego en el año 2006 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) presenta los Principios para la Inversión Responsable.
Los mercados, en virtud de su permanente evolución, tienen como uno de los efectos de sus cambios, la revisión y debate de los criterios ESG para su adecuación a las nuevas realidades de las organizaciones, ante lo cual los auditores deben estar atentos puesto que deben evaluar su aplicación y cumplimiento. Por otra parte, los inversores requieren cada vez más información sobre los criterios ESG antes de invertir, al considerar que estos factores contribuyen a evaluar la sostenibilidad financiera a largo plazo. Sumado a esto, es cada vez mayor el número de compañías que incorporan prácticas ESG en sus operaciones y estrategias, sobre las cuales generan los reportes respectivos para fortalecer su desempeño y atraer nuevos inversores.
Un rápido repaso de los criterios ambientales, sociales y de gobernanza (environmental, social and governance – ESG) es el siguiente:
El criterio ambiental (E) hace referencia a la forma en que una organización gestiona su impacto en el medio ambiente, para lo cual se efectúan mediciones tales como la emisión de gases de efecto invernadero, el manejo de residuos, la conservación de recursos naturales y la adaptación al cambio climático.
El criterio social (S) evidencia cómo una organización interactúa con la comunidad y sus trabajadores, al considerar asuntos tales como la diversidad, la inclusión, la responsabilidad laboral y la protección de los derechos humanos.
El criterio de gobierno corporativo (G) trata sobre la estructura y la transparencia de la gestión de una organización de acuerdo con temas como la rendición de cuentas, la remuneración de los ejecutivos, las políticas internas y la toma de decisiones.
Ahora bien, como parte de la revisión de los criterios ESG hay propuestas de diferente orden. Por ejemplo, Rachel Roosth, socia de Norton Rose Fulbright (un bufete global de unos 3000 abogados en 50 ubicaciones en el mundo) plantea el término “GEMS” (gobernanza, medio ambiente, mercado y social) de manera que abarque las fuerzas del mercado que impactan los riesgos de una empresa que quedan fuera de las categorías ESG típicas, tales como riesgos cambiarios, cambios en la oferta y la demanda, etc, lo que facilita su entendimiento y relación con los riesgos financieros. Otras organizaciones emplean o sugieren emplear la denominación de "negocio responsable" para reemplazar ESG, en un intento de abarcar más aspectos del mercado así como los riesgos financieros2.
Algunos cambios que inciden directamente en la manera como las organizaciones atienden los criterios ESG son la actualización y emisión de regulaciones y disposiciones normativas. Por ejemplo, la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (United States Securities and Exchange Commission - SEC, por sus siglas en inglés) ha venido introduciendo nuevas reglas para la divulgación de riesgos climáticos con el propósito de ofrecer a los inversores una mayor transparencia sobre cómo las empresas gestionan los riesgos asociados al cambio climático. Las reglas se centran en varios aspectos clave, tales como solicitar informes de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), o sobre riesgos físicos y de transición (identificar y describir riesgos físicos relacionados con el cambio climático y los riesgos de transición tales como cambios regulatorios y de mercado) que podrían afectar sus operaciones y finanzas, así como en aspectos de gobernanza y gestión de riesgos climáticos y las métricas y metodologías utilizadas, en diferentes plazos a lo largo de 2025. A esto se suman normas europeas tales como Las Directivas CSRD (Corporate Sustainability Reporting Directive) y CS3D (Corporate Sustainability Due Diligence Directive), que son iniciativas clave de la Unión Europea para promover la sostenibilidad y la responsabilidad empresarial. La CSRD se enfoca en la transparencia y el reporte de sostenibilidad y la CS3D busca garantizar que las empresas adopten medidas concretas para prevenir y abordar impactos negativos.
Lo anterior hace que las organizaciones deban tener una preparación adecuada y en ese sentido, anticipen y se preparen para cumplir con las diferentes reglas de divulgación de ESG. Pero más que la presentación de informes es conveniente revisar, actualizar o desarrollar procesos internos robustos y capacitarse apropiadamente para cumplir con estas exigencias.
Ahora bien, desde la perspectiva de un auditor, el futuro de los criterios ESG se presenta como un desafío que trae interesantes oportunidades. Las auditorías deberán adaptarse para evaluar, además del cumplimiento normativo, la eficacia y la veracidad de las prácticas ESG. Esto implica que los auditores deban desarrollar nuevas metodologías y herramientas para abarcar una gama más amplia de riesgos y aspectos éticos. También será necesaria una actualización constante de conocimientos, un fortalecimiento de competencias, así como la capacidad y habilidad de aplicar metodologías de evaluación que abarquen tanto los riesgos financieros como los impactos sociales y ambientales. Otro aspecto del trabajo será una evaluación rigurosa de las políticas y prácticas que garanticen que las empresas actúen de manera ética y responsable y por ello, la integridad y la transparencia seguirán siendo pilares fundamentales en el trabajo de auditoría.
Las organizaciones y los auditores deben mantener su compromiso con los principios ESG, independientemente del nombre que adopten y de las particularidades de la legislación aplicable. Este compromiso es crucial para la reputación y la sostenibilidad de las empresas, para mantener su capacidad de atraer y retener talento, servir bien a sus empleados y actuar como buenos administradores de sus comunidades. Por ello, la preparación adecuada y el compromiso con la responsabilidad social serán elementos clave para asegurar que las empresas cumplan con las normativas, actúen de manera ética y responsable, se adapten a las nuevas realidades del mercado y de esta manera se contribuya a la construcción de un futuro más sostenible y equitativo, en un entorno en evolución constante.
CP Iván Rodríguez - CIE AF
Auditor y consultor, diplomado en Alta Gerencia de Seguros y Derecho de Seguros. Especialista en Dirección Financiera y Desarrollo Organizacional, diplomado en Gerencia de la Calidad. Contador público (CP) de la Pontificia Universidad Javeriana con 20 años de experiencia en diversas empresas. Tiene amplia experiencia en la elaboración y ejecución de auditorías y revisorías fiscales. Dirección y ejecución de asesorías, consultorías y capacitaciones. Colaborador de Auditool.
Bogotá DC, Colombia.