Por: Equipo Auditool
El fraude, aunque condenado en la mayoría de las culturas y legislaciones del mundo, ha sido una constante en la historia de la humanidad. Pero, ¿qué impulsa a una persona a cruzar la línea ética y legal? El primer componente del conocido Triángulo del Fraude, el incentivo, proporciona algunas respuestas a esta interrogante. En este artículo, vamos a explorar los diferentes factores que actúan como catalizadores de este impulso fraudulento.
1. Factores económicos
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Presiones financieras: pueden ser el resultado de deudas, gastos médicos inesperados, despidos o cualquier otra circunstancia que ejerza presión sobre la estabilidad financiera de una persona.
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Avaricia: para algunos, la ambición económica no tiene límites. Aunque ya cuenten con recursos suficientes, el deseo de acumular más puede impulsarles a cometer fraudes.
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Entorno económico general: en tiempos de recesión o crisis económica, el número de fraudes tiende a aumentar debido a las presiones generadas por la escasez.
2. Factores sociales
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Presión para cumplir expectativas: en ambientes corporativos, la presión para cumplir metas y objetivos puede llevar a individuos o equipos a manipular cifras o cometer actos deshonestos.
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Comparación social: vivimos en una sociedad que, en muchos casos, valora el estatus y la apariencia de éxito. Esta necesidad de "mantener las apariencias" puede empujar a algunos hacia el camino del fraude.
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Normalización del comportamiento: en entornos donde el fraude se ve como una práctica común o justificada, es más probable que los individuos participen en tales actos.
3. Factores personales
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Racionalización personal: algunos defraudadores se convencen a sí mismos de que solo están "tomando prestado" y tienen la intención de "devolver" lo que tomaron. Otros pueden sentir que la organización o sociedad "les debe" por alguna razón.
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Historial previo: individuos que han cometido fraudes en el pasado y no han enfrentado consecuencias significativas pueden sentirse incentivados a continuar con su comportamiento delictivo.
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Falta de conocimiento o educación: algunas personas pueden no comprender completamente la gravedad o las implicaciones de sus acciones, llevándoles a cometer fraudes sin plena conciencia de sus consecuencias.
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Factores psicológicos: en algunos casos, condiciones o trastornos psicológicos pueden influir en la decisión de una persona de cometer un fraude.
El incentivo detrás del fraude es multifacético y no puede ser reducido a una sola causa o motivo. Por lo que, para combatir eficazmente el fraude, es esencial que las organizaciones y la sociedad en general comprendan estas motivaciones y trabajen proactivamente para mitigarlas. Esto puede lograrse a través de una combinación de educación, establecimiento de controles internos sólidos y fomento de una cultura de integridad y responsabilidad.