Por: CP Iván Rodríguez. Colaborador de Auditool
Los equipos de auditoría han tenido que enfrentarse a diversos cambios: una pandemia global y sus efectos, modelos de negocio que cambian rápidamente, nuevas exigencias de las partes interesadas, un panorama de nuevos riesgos en procesos más cortos, entre otros. Algunas de las respuestas ante este panorama son nuevas metodologías y tecnologías, automatización, minería de procesos, evaluaciones dinámicas de riesgos, análisis avanzados, incorporación de la inteligencia artificial modelos de auditoría ágil, etc. Quienes han adoptado estas y otras herramientas y técnicas de auditoría, empiezan a ver resultados, dinamizando la profesión y dándole un carácter de actividad de próxima generación. No obstante, un gran número de auditores y equipos de auditoría recién se aproximan a estas innovaciones.
Esto es entendible, pues generalmente hay resistencia al cambio. Frente a la innovación puede haber sentimientos de incomodidad e inseguridad. Los auditores tienden a conservar prácticas que vienen de hace muchos años, que han resultado exitosas en el pasado. Pero esto implica un gran riesgo y es perder la competitividad y la actualización. Es quedarse atrás e incluso llegar a ser irrelevantes.
La innovación en la auditoría debe considerar temas operativos y de gobierno. Las mejoras y nuevas prácticas deben incorporarse en los procesos, informes, uso de herramientas tecnológicas, así como en las estructuras organizativas y en aspectos de planeación, tales como la misión y la visión y la posición de la auditoría en el organigrama. Sin embargo, aunque los directores de auditoría pueden tener la intención de fortalecer sus equipos invirtiendo en innovación y transformación digital, el escepticismo y la resistencia al cambio hace que haya pocos progresos en este tema y continúen con el empleo de metodologías manuales que puedan ser obsoletas.
Los auditores, incluidos los líderes normalmente se sienten más cómodos en temas de gobierno y de planeación, pero suelen tener dificultad frente a las nuevas tecnologías y su implementación. Una explicación es la relativa novedad de temas como el aprendizaje automático, la inteligencia artificial y la minería de procesos, frente al gobierno corporativo, área con la que los auditores están más familiarizados y no requiere niveles significativos de innovación. Sumado a esto, los auditores no aprecian claramente el vínculo existente entre la gobernanza efectiva y el uso de tecnologías innovadores.
Los líderes de auditoría, para lograr un progreso significativo en sus equipos deben abordar las tecnologías y competencias emergentes. Las organizaciones que son consideradas como líderes digitales y que han logrado un progreso significativo para ser auditores de próxima generación se han enfocado en un enfoque de auditoría ágil, tecnología y manejo de la información. Cuentan con avances significativos en el reclutamiento de personas con la mentalidad y las capacidades correctas. A su vez, reconocen la necesidad de mejora, especialmente cuando se trata de tecnologías más avanzadas como la IA, cuya dinámica e innovación son bastante altas.
Uno de los mayores desafíos para los directores de auditoría, es saber como adoptar una mentalidad de auditoría de próxima generación. Para ello, deben evaluar las capacidades actuales de los equipos de auditoría y priorizar las actividades e iniciativas estratégicas sin descuidar los asuntos urgentes y de corto plazo. También deben tomar la iniciativa en la transformación de las áreas de auditoría, mediante la definición de una hoja de ruta, un presupuesto y el establecimiento de una cultura de innovación integrada en la prestación de servicios de auditoría y consulta. Esto debe ser un imperativo para la profesión.
El camino a la innovación debe hacerse mediante un enfoque probado, con pasos claramente definidos que sean fáciles de gestionar. El primero de ellos, como se ha mencionado, es establecer la mentalidad adecuada y un compromiso con la transformación, tanto de los aspectos de gobierno como de las metodologías y las capacidades tecnológicas necesarias para abordar los riesgos emergentes y las expectativas de las partes interesadas.
Posteriormente, se necesita aumentar la eficacia y eficiencia de la auditoría, sin descuidar la misión de proteger el valor de la organización. Para el efecto, es conveniente reevaluar el diseño y las capacidades del equipo de auditoría, buscar agilidad, centrar los objetivos en el largo plazo y en objetivos estratégicos, fomentar la innovación, experimentar e implementar los buenos resultados. Una buena idea es que la implementación se haga inicialmente con un solo proyecto cuidadosamente seleccionado por su alto potencial para demostrar el éxito. Una vez aprendida la lección, puede replicarse en otros proyectos o áreas.
Suele ocurrir que ciertos cambios en los procedimientos de auditoría dan lugar a cambios posteriores en otros flujos de trabajo y mejores resultados. Por ejemplo, el uso de análisis de datos y de recursos informáticos para hacer evaluaciones de poblaciones de datos completos en lugar de una muestra representativa, podría aumentar el volumen y la naturaleza de la información producida por la auditoría, con el consecuente efecto en la presentación de informes. Estos cambios pueden requerir habilidades particulares en los miembros del equipo e incluso la manera en que interactúan y se distribuyen actividades.
En la medida en que se implementan de manera exitosa los cambios, tanto en los procedimientos operativos como administrativos, las áreas de auditoría van adquiriendo un mayor nivel de madurez. Esto se refleja en que se proporciona a las partes interesadas internas y externas resultados relevantes, oportunos e impactantes sobre la efectividad de la gestión y los controles de riesgos, los procesos son más eficientes y hay una mejora continua de habilidades. Lo anterior está sustentado en un mejor aprovechamiento de la tecnología, robustos análisis de datos, capacitación en nuevos conjuntos de habilidades y capacidades y conformación de equipos interdisciplinarios.
El proporcionar información más profunda y valiosa a los interesados, requiere que las áreas de auditoría de próxima generación no solo aborden los riesgos actuales, sino que también asesoren sobre las posibles consecuencias de futuras acciones y estrategias. De otra parte, se requiere que los equipos de auditoría sean adaptables. Puesto que no resulta fácil anticipar cómo debe verse y operar un área de auditoría de próxima generación, es importante desarrollar un compromiso con el cambio continuo y el desarrollo de habilidades de manera que se simplifique la adaptación a las nuevas circunstancias. Es aquí donde una cultura de innovación se vuelve esencial.
Mantenerse en el camino para lograr un equipo de auditoría de próxima generación no es difícil en sí mismo. Es un proceso gradual, pero constante de innovación y mejora continua. Al orientar esfuerzos y recursos para agregar un valor significativo a las organizaciones y evitar quedarse atrás y volverse irrelevantes por la inevitable marcha del progreso, mediante la incorporación de las mejores prácticas y de la tecnología, se logra una cultura que ayuda a los auditores a sentirse cómodos frente a las nuevas realidades y ofrecer un valor significativo, a la vez que les permite crecer en agilidad y eficiencia al modernizar sus operaciones en un entorno volátil y cada vez más exigente.
CP Iván Rodríguez
Auditor y Consultor, Diplomado en Alta Gerencia de Seguros y Derecho de Seguros. Especialista en Dirección Financiera y Desarrollo Organizacional, Diplomado en Gerencia de la Calidad, Contador Público de la Pontificia Universidad Javeriana, con 20 años de experiencia en diversas empresas. Amplia experiencia en la elaboración y ejecución de auditorías y revisorías fiscales. Dirección y ejecución de asesorías, consultorías y capacitaciones. Colaborador de Auditool
Bogotá DC, Colombia