Por: CP Iván Rodríguez. Colaborador de Auditool 

El impacto de la crisis en la economía global ha puesto de presente la responsabilidad de la alta dirección de las empresas de tomar decisiones complejas de manera ágil, para lo que se requiere apoyarse en información cualitativa, oportuna y completa, en un entorno económico incierto.

En medio de este panorama, hay una valiosa oportunidad para el auditor, quien en cumplimiento de su función de protección y mejora de operaciones y de agregar valor, debe superar el enfoque tradicional de inspección y en su lugar, actuar más como un asesor de confianza, capaz de proporcionar información independiente y apoyar las decisiones empresariales orientadas a la mitigación del riesgo en los diferentes niveles de una organización.

Ahora bien, en ocasiones la auditoría no agrega valor a las partes interesadas y entonces es percibida como un gasto innecesario de esfuerzos y recursos. En otros casos hay una dificultad para los auditores de ser percibidos como generadores de valor, al no estar alineados con las expectativas ni aborda las necesidades de las partes interesadas.

En el entorno actual, las empresas están centradas en ciertos elementos básicos de creación de valor: una gestión cuidadosa de los costos, una toma de decisiones operativas eficaz y una priorización de las inversiones. Los auditores deben entender esta situación y alinear su actuación en consecuencia.

La auditoría debe estar atenta a las expectativas de las partes interesadas y alerta a las amenazas internas y externas emergentes. El panorama de riesgos evoluciona mucho más rápido que antes y, por tanto, los procesos de auditoría deben adaptarse para responder oportunamente a las exposiciones al riesgo de las compañías.

Las partes interesadas necesitan retroalimentación continua, oportuna y ágil; para el efecto se requieren procesos de auditoría simplificados que informen rápidamente sobre los riesgos existentes y emergentes. El enfoque debe estar centrado en la prevención de riesgos más que en la detección. La auditoría ágil y los actuales enfoques de supervisión continua de riesgos permiten que la auditoría influya positiva y eficazmente. Ahora bien, para una debida articulación con la estrategia de la alta dirección, la auditoría debe estar en permanente contacto con ella y comprender la dinámica y los desafíos empresariales.

Así mismo, los auditores requieren contar con las habilidades para interactuar con otras funciones de control, de manera que haya homogeneidad en el entendimiento de las exposiciones al riesgo en toda la organización y evitar duplicidad de esfuerzos y consumo inapropiado de recursos al efectuar evaluaciones. Lo anterior, sin menoscabar su independencia (de ser necesario los auditores deben mantener las salvaguardias necesarias). Así se logra proporcionar valor agregado a la administración.

Hoy en día, con el auge de los procesos  de TI, muchas actividades de control se pueden automatizar y digitalizar, para procesar un gran número de transacciones e importantes volúmenes de información, limitando la ejecución de actividades de prueba básicas para propósitos específicos que complementen las labores de análisis y minería de datos.

Cabe anotar, no obstante, que las soluciones tecnológicas en si mismas no proporcionan interpretación de las excepciones detectadas y una comprensión de las causas subyacentes en los fenómenos empresariales, tales como las fallas del sistema de control interno o en la cultura empresarial. No basta con usar la tecnología como una herramienta de análisis continuo; se necesita la experiencia y perspicacia empresarial para identificar las verdaderas causas de los problemas y las desviaciones de los procesos.

El uso de la tecnología permite que la auditoría reduzca los costos de las actividades operativas de bajo valor agregado y permite que el auditor dedique esfuerzos y recursos a las causas de la inapropiada gestión de riesgos y las debilidades de control interno, que representan mayor valor agregado. Los auditores deben posicionarse constantemente dentro de la organización, no sólo como expertos en control interno y gestión de riesgos, sino también como expertos en negocios.

La capacitación de los auditores, además de los temas técnicos propios de su labor, debe evolucionar en su enfoque para desarrollar y fortalecer las competencias empresariales, las habilidades blandas ejecutivas y de esta manera, cumplir con los requisitos de un papel más influyente.

En este proceso evolutivo, los auditores podrán entender mejor las necesidades de sus partes interesadas y actuar en consecuencia y es muy probable que se reconozca su contribución al logro de los objetivos empresariales. Esto igualmente facilitará un aumento en la inversión que se destine a la auditoría tanto en tecnología como en capital humano. En esta época de rápidos cambios, hay que adaptarse y cambiar proactivamente, lo que dará a los auditores una ventaja competitiva. De no hacerlo, la auditoría sufrirá un declive inexorable y progresivo.

 

CP Iván Rodríguez 

Auditor y Consultor, Diplomado en Alta Gerencia de Seguros y Derecho de Seguros. Especialista en Dirección Financiera y Desarrollo Organizacional, Diplomado en Gerencia de la Calidad, Contador Público de la Pontificia Universidad Javeriana, con 20 años de experiencia en diversas empresas. Amplia experiencia en la elaboración y ejecución de auditorías y revisorías fiscales. Dirección y ejecución de asesorías, consultorías y capacitaciones. Colaborador de Auditool

Bogotá DC, Colombia

 

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