Estamos viviendo y construyendo una sociedad modernizada que se encuentra inmersa en procesos de cambio y desarrollo continuos. Estos cambios han ido revolucionando casi todas las actividades del ser humano. Se habla entonces no solo de los aportes que se hacen desde la ciencia y la tecnología, sino también desde el pensamiento humano y su forma de concebir el mundo. Es inevitable entonces no reconocer dichos cambios y no sólo adaptarse a ellos sino también incursionar en este dinamismo, que es propositivo y competitivo. En ese sentido, se habla de los nuevos enfoques y las nuevas perspectivas que adopta la labor de la auditoría interna.
Este esfuerzo por prestar un servicio de auditoría interna que tenga un valor agregado no solo va a permitir que los profesionales que presten este servicio sean más competitivos sino que la actividad sea más valorada en un entorno laboral. Esto, según Pritchard, requiere que haya un conocimiento profundo acerca de lo que significa la auditoría interna. Además, se debe reconocer la enorme responsabilidad que se tiene al hacer una auditoría interna a una empresa, pues de ello dependerá el funcionamiento de la misma. De esta manera se espera que haya que un informe que se reporte oportunamente y que logre ser un diagnóstico de aquello que se debe mejorar y aquello que ha dado buenos resultados.
De acuerdo con estas características, la auditoría interna se considera una labor que apoya a la administración de una empresa, ya que esta última no puede abarcar por sí solas todas las variantes que se van presentando en la actividad empresarial. La auditoría interna entonces se abre paso hacia un ejercicio más amplio y consciente de las nuevas responsabilidades que se adquieren para garantizar que una empresa haga parte de las dinámicas de cambio modernas. En este sentido se reconoce un primer cambio en el ejercicio del auditor interno, y es que se pasa del enfoque tradicional de garantía de cumplimiento de las expectativas exclusivamente financieras, a un enfoque más integral que garantice el funcionamiento integral de una empresa. Es decir, que se garanticen intereses más amplios. Considerando esto, el auditor se convertirá entonces en el principal instrumento de comunicación entre los procesos internos y la administración.
Chambers resalta entonces algunas de las nuevas actividades que se construyen en el ejercicio de la auditoría interna desde esta nueva perspectiva. La primera de ellas es que esta actividad no sólo se va a centrar en el diagnóstico, sino también en el asesoramiento y las actividades propositivas, es decir, cumplirían un papel más comprometido con el entorno laboral. Esto no quiere decir que los auditores se hagan responsables de los procesos de administración y gestión dentro de la empresa, sino que cumplan con una labor de acompañamiento, ya que de involucrarse con la gestión dentro de la empresa, su criterio perdería transparencia y objetividad. La otra actividad que se enmarca en esta nueva perspectiva, es la de hacer no solo el reporte de la auditoría individual, sino también el de opiniones y consejos a cerca de lo que se diagnostica. La frecuencia de estos reportes se establecerá entre el auditor y la empresa de acuerdo a las necesidades empresariales. De igual modo, la auditoría interna debe tener la capacidad de analizar cada uno de los espacios del contexto laboral. De manera tal que se garantice el diagnóstico de los riesgos menos evidentes y que puedan generar grandes problema en el futuro. Por lo tanto, el auditor debe dedicarse tanto al análisis del funcionamiento de las grandes áreas de la empresa como al análisis de aquellos pequeños espacios que puedan significar un riesgo. Finalmente, se debe reconocer un trabajo de auditoría que sea coherente con lo que se ha hecho en auditorías pasadas para generar un avance y una mejora y no se quede el ejercicio solo en un diagnóstico.
Con lo anterior, se establece un cambio de perspectiva orientado a un ejercicio de auditoría más integral, de tal forma que se garantice con las expectativas administrativas de una empresa. Y así, también un cambio en la profesión del auditor, pues se demanda una persona que no sólo haga un diagnóstico a nivel general y a nivel más específico, sino también una persona que sea propositiva y tenga la capacidad de asesorar al área administrativa en la resolución de debilidades diagnosticadas.
Por lo tanto, un auditor no solo debe ser capaz de mejorar el funcionamiento de la empresa sino también de reinventarse de acuerdo con las dinámicas modernas. Debido a que la mayoría de servicios de este tipo se presentan por tercerización o contratos independientes por prestación de servicios, los auditores hacen parte de un mercado laboral competitivo y es el valor agregado en su servicio lo que les va a permitir destacarse en su labor.
Dicho lo anterior, Roth destaca por ejemplo una nueva característica en el perfil de un auditor interno, la multidisciplinariedad. De manera que un profesional tenga la capacidad de incursionar en distintas áreas y que sea capaz de incorporar dicho conocimiento y experiencia, en el proceso de auditoría y asesoramiento. También habla de la creatividad, y acá se puede hacer una reflexión más evidente de la incursión del pensamiento moderno en las empresas, ya que la nueva filosofía empresarial está orientada a crear un espacio en el que el trabajador es el elemento más importante y cuyas ideas deben ser cultivadas correctamente. Por lo tanto, un auditor debe tener la capacidad de retarse a sí mismo para superar las falencias de la empresa. Un continuo ejercicio de mejora se va a dar gracias a la capacidad propositiva del auditor. En este sentido, también hay que hacer una reflexión en torno a la necesidad de que la administración de una empresa sea consciente con las nuevas demandas en el personal y las actividades que desde la auditoría se pueden hacer para contribuir en el buen funcionamiento de la entidad y que por tal razón la hacen un ejercicio imprescindible en el desarrollo de la misma.
En definitiva, se tiene que el ejercicio de auditoría interna se encuentra inmerso en un contexto que es volátil y que cada vez exige más aspectos para lograr sobresalir en este. Ya no es suficiente hablar de la tarea de auditoría como tradicionalmente se ha establecido, dedicada únicamente a generar un reporte de fortalezas y debilidades, sino que debe abarcarse aspectos más amplios relacionados con el funcionamiento total de la empresa. Los auditores internos aunque no deben extralimitar su trabajo, sí deben cumplir con una labor de asesoramiento que complemente su actividad de diagnóstico. Esto exige una mayor preparación ante los retos que se puedan presentar y ante las nuevas demandas de una empresa, de acuerdo a sus necesidades corporativas.
Referencias
Chambers, A. Optimizing Internal Audit. QFINANCE: The ultimate Financial Resource. En línea, disponible en: http://www.financepractitioner.com/auditing-best-practice/optimizing-internal-audit?full
Pritchard, R. World-Class Internal Audit. QFINANCE: The ultimate Financial Resource. En línea, disponible en: http://www.financepractitioner.com/auditing-best-practice/world-class-internal-audit?page=5
Roth, J. How Do Internal Auditors Add Value? Audit Trends. Hastings, Minn. En línea, disponible en: https://pdfs.semanticscholar.org/7ac6/eda419095b38b347f109040e9e3b2ebddc79.pdf