Por: C.P. Iván Rodríguez. Colaborador de Auditool
Cuando un cliente contrata un servicio de auditoría, que implica un cierto costo, hay una variedad de razones para ello. En muchos casos, el resultado pasa a tener un interés público, pues la opinión o informe pasa a conocimiento de terceros que no siempre son identificados. Llega al público en general.
El resultado de una auditoría puede ser importante para las entidades financieras, los supervisores de gobierno, las autoridades tributarias, inversionistas y otras personas, que confían en la objetividad e integridad de los auditores que elaboraron el trabajo.
La información financiera auditada de muchas organizaciones, por ejemplo, de aquellas que cotizan en bolsa, está disponible en muchas fuentes (por ejemplo, en internet) y es usada por analistas financieros y economistas, en sus informes, predicciones y tendencias. Si esta información auditada es incorrecta, los errores afectan a la confiabilidad de los análisis relacionados.
Como se aprecia, los auditores deben servir a la confianza pública de una manera adecuada. El auditor debe ser honesto y justo en todas las situaciones y demostrar siempre excelencia profesional (aunque esto debería ocurrir en todas las profesiones y oficios). Esto implica un compromiso ético que no permitiría el cambio de una opinión por presión o remuneración. Algunos de los principios que gobiernan la actividad del auditor en beneficio del interés público y de la profesión, son la integridad, la independencia y objetividad y la debida diligencia. Una breve explicación a continuación:
Integridad
En el mundo de la auditoría, la integridad significa que se actúa de acuerdo con un código o estándar de valores. Se demuestra integridad cuando se hace lo correcto. En particular, significa que se cumple de la mejor manera con el encargo del cliente así haya desacuerdos con el cliente en virtud de la información de los estados financieros y reportes examinados. Los auditores siguen normas y orientaciones específicas, al igual que los contadores que preparan la información financiera. Hay que seguir tanto la esencia como la forma de las normas técnicas y éticas. Esencia sobre forma (o sustancia sobre forma) es una expresión bastante común en el mundo de la contabilidad y la auditoría. La forma se refiere a lo tangible y al cumplimiento normativo, en tanto que la esencia se refiere a hechos implícitos.
Una venta por valor de cero no es una venta. Es un obsequio o donación. Aunque formalmente se registre como venta, la esencia del hecho es un obsequio. La integridad también requiere ser independiente y demostrar debida diligencia
Independencia y objetividad
Al prestar servicios de auditoría y otros servicios de atestación, hay que ser independiente tanto en los hechos como en la apariencia. Ser independiente significa que no hay relación especial o interés financiero con el cliente, que afectaría el juicio al evaluar la evidencia obtenida en ejecución del trabajo. Pero ¿Qué significa ser independiente tanto en los hechos como en la apariencia? La explicación mediante un ejemplo: Un auditor no podría auditar una empresa que es propiedad de uno de sus hijos. Si lo hiciera, la gente que lee su informe dudaría de su veracidad. Incluso si se pudiera lograr ser completamente independiente de hecho, no sería independiente en apariencia.
De otra parte, el auditor debe ser objetivo; es decir imparcial, intelectualmente honesto y libre de conflictos de intereses.
- Ser imparcial: Implica ser neutral e imparcial en todas las decisiones. Basar la opinión e informes sólo en los hechos, no en supuestos o prejuicios.
- Permanecer intelectualmente honesto: Interpretar las reglas y políticas de una manera veraz y sincera, siendo fiel tanto a la forma como a la esencia.
- Evitar conflictos de intereses: El auditor no realiza servicios para un cliente con el que tenga una relación comercial personal o no, relacionada con la auditoría.
Debida diligencia
Al prestar servicios a un cliente, el auditor debe ser competente y tener debido cuidado, lo cual significa que se planea y supervisa adecuadamente cualquier actividad profesional que esté bajo su responsabilidad. La competencia significa que el auditor posee la educación y la experiencia para hacer el trabajo. Mantener la competencia requiere un compromiso con el aprendizaje y la mejora profesional, lo que puede lograrse al tomar clases de educación continua a lo largo de su carrera.
La diligencia significa que el auditor trabaja lo mejor de su capacidad, mostrando preocupación por el mejor interés del cliente mientras se mantiene consistente con sus responsabilidades y el servicio a la confianza del público. También significa que proporciona información de manera oportuna.
Auditor y Consultor, Diplomado en Alta Gerencia de Seguros y Derecho de Seguros. Especialista en Dirección Financiera y Desarrollo Organizacional, Diplomado en Gerencia de la Calidad, Contador Público de la Pontificia Universidad Javeriana, con 20 años de experiencia en diversas empresas. Amplia experiencia en la elaboración y ejecución de auditorías y revisorías fiscales. Dirección y ejecución de asesorías, consultorías y capacitaciones. Colaborador de Auditool
Bogotá D.C, Colombia